Luego de varios relatos de personajes infames, Borges agregó en su libro, unos cuentos breves que clasificó como Etcétera.
El primer relato
se titula Un teólogo de la muerte.
Al inicio, declara Los ángeles me comunicaron que cuando falleció Melanchton, le fue suministrada en el otro mundo una casa ilusoriamente igual a la que había tenido en la tierra. Nos encontramos ante una visión profética, una afirmación del más allá, es decir, algo que solo puede ser descubierto si se vive para contarlo. En este caso, son los ángeles que le hablan al respecto del otro mundo y agrega (A casi todo los recién venidos a la eternidad les sucede lo mismo y por eso creen que no han muerto). Esta declaración, como si fuera un tratado de teología sistemática, detalla que los muertos saben que están muertos mientras van hacia la eternidad y habitan una casa parecida a la misma donde habitaban en vida.
Melanchton es un teólogo, y al parecer, un teólogo protestante. Lo que significa que conoce las doctrinas de la gracia. Por eso Borges señala escribió durante unos días sobre la justificación por la fe. Esta doctrina protestante, lo digo porque he leído al respecto, significa que la gracia, es decir, el sacrificio único de Cristo es suficiente para justificar a los pecadores ante Dios como justos pero si tienen el don de la fe.
Por eso declara con un axioma protestante He demostrado irrefutablemente que el alma puede prescindir de la caridad y que para ingresar al cielo basta la fe. Esta afirmación, este axioma, pertenece a los protestantes puritanos que no creen en las obas, sino en la gracia, esa gracia que solo Cristo da a los hombres para la salvación sin tener que realizar buenas obras porque la obra solo es la de Cristo, la obra de muerte, el sacrificio en la cruz.
Lo más importante es que Melanchton está muerto, y antes de esta declaración doctrinal, los
ángeles enviaron a preguntar qué consideraba al respecto de la salvación.
Siguió escribiendo, lo llevaron preso y empezó a dudar de su tesis. Al final, sus pensamientos cambiaron por escribir acerca de la caridad, un elogio a la caridad. Al parecer, los muertos, es decir, los habitantes de ese lugar eterno lo seguían como a un profeta, el destino de Melachnton es fatal. A pesar de haber muerto, por sus doctrinas, lo llevaron a ser sirvientes de los demonios.
Como se ve en
este relato, Borges habla de la eternidad, y una eternidad particular, el
destino protestante, pero también habla de la paz para los muertos, esa
tranquilidad que todos queremos, morir y llegar a un lugar de paz. En definitiva,
Borges plantea un relato doctrinal y religioso.
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